Al principio pensé que no estaba
entendiendo la noticia. La duquesa de Cambridge, la siempre perfecta Kate
Middleton dio a luz ayer lunes a las 11 de la mañana y no eran ni las seis de
la tarde y ya estaba saliendo del hospital, radiante como recién levantada,
maquillada como para ir de fiesta, con su hijo en brazos.
Tuve que ver la noticia un par de veces, e
incluso recurrir a la BBC en busca del mayor rigor posible, para convencerme de
que había ocurrido así realmente. No habían pasado ni siete horas y ahí estaba
ya mostrando a su retoño a la puerta de la clínica. Fue capaz incluso de
sostener en brazos al niño ella misma, y al mismo tiempo, colocarse el pelo para
las fotos, no fuera a salir despeinada, y saludar agitando grácilmente la mano,
mirando hacia todos los lados, incluso hacia arriba a las cámaras que filmaban
desde helicópteros. Y todo esto ¡sin dejar de sonreir! Y no solo eso, no: por si esto no fuera suficiente para marcar
distancia con el resto de las mortales, también bajó grácilmente las escaleras
(¡cuatro escalones, uno por uno!) y se dirigió caminando con normalidad y
soltura hasta el coche.
Noblesse oblige, y solo la propia Kate sabe lo que estaba sintiendo
verdaderamente por dentro. Pero ¿de verdad hacía falta darse tanta prisa en
salir del hospital? ¿Era tan necesario este monárquico despliegue de
superpoderes?
Flaco favor le hacen estas
imágenes a todas las plebeyas que irán a parir por primera vez un día de estos
y se crean que lo normal es lo que la duquesa ha hecho.
Cualquier mujer que haya parido
sabe que, por lo general, a las pocas horas después de dar a luz te sientes
como si te hubiera atropellado un tren. Cierto es que hay partos que se dan
bien, pero raro es que se den tan bien como para que a las siete horas estés ya
para hacer ese despliegue de compostura y control de la situación. Tenerse en
pie es ya un logro, ser capaz de agarrar a tu hijo otro, y no te digo ya
caminar con soltura y bajar escalones. Seré una floja pero he parido tres veces
y en ninguna de las tres hubiera estado en condiciones de hacer lo que ha hecho
Kate.
La Sociedad Internacional de
Psiquiatría tendría que prohibir estos posados por la salud mental de todas las
mujeres del planeta porque este mes lo mismo se produce un repunte de las
depresiones posparto por ‘el efecto Kate’.
De verdad que quiero creer que era
una doble (al fin y al cabo no sería nada raro que la Reina Isabel, que tiene
en nómina a un señor que le cuenta los cisnes de sus reales parques tuviera también una doble para
cada una de sus reales nueras).